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Central sufrió una noche negra y perdió más que un partido con Barracas Central

La derrota ante Barracas Central le bajó la persiana por completo en la Copa de la Liga, y se quedó sin invicto

Noche negra para Central, por donde se la mire. Argumentos hay de sobra para tildar de esa forma lo que fue esta derrota ante Barracas Central en un Gigante de Arroyito que cortó la racha histórica de 32 partidos sin perder.

Sí, ese fue uno de los elementos a partir de los cuales en Central se sintió la desazón, pero no es el único. Porque si había algo que este equipo no quería era que la persiana en la Copa de la Liga se le bajara por completo. Pero no sólo eso, sino que lo que se buscaba ante el Guapo era el envión necesario como para transitar una semana en medio de una calma absoluta antes de afrontar lo que será el gran objetivo del semestre: la Copa Libertadores. Desde ese lado esta derrota hiere y lastima demasiado.

En situaciones como estas, donde hay algo muy importante por delante, el foco suele ponerse en si el equipo estaba comprometido con el pasado o sólo pensaba en el futuro y Central demostró que el partido ante Barracas le interesaba más de la cuenta. Porque es cierto que no estuvo con todas las luces encendidas, pero en líneas generales hizo los méritos como para al menos salvaguardar el invicto.

Claro, es muy poquito como para que alguien en Central se conforme con eso, porque lo cuenta es la derrota que sufrió, la que lo sacó por completo de la lucha por la defensa del título y la que le puso la mano en el pecho a horas de saltar a la cancha en la Libertadores.

La potencia con la que Central salió a jugar no le alcanzó para lograr ese desequilibrio que bien pudo lograr al minuto de juego y no sólo eso, sino que esas buenas intenciones se le volvieron en contra. Una jugada puede ser un quiebre y para Central no lo fue ese remate de Malcorra desviado luego de una gran presión de Cervera en tres cuartos, el centro y la distracción (se abrió de piernas para dejarla pasar) de Abel Hernández. Lo que pudo haber sido el camino ideal no lo fue.

Las buenas intenciones de Central no cesaron porque apostó a jugarla por abajo, con asociaciones prolijas, pero no siempre con buenas terminaciones. Y empezó a darse otro tipo de trámite, con algunas ventajas que Barracas encontraba en sus transiciones rápidas, porque los retrocesos de Malcorra y Campaz no se daban y porque O’Connor, pero sobre todo Ibarra, debían parapetarse frente a todos.

Barracas Central se animó y facturó

En ese emparejamiento Barracas se animó a jugar más arriba y en una de sus intentos de asfixia llegó el robo sobre O’Connor y el tremendo remate de Cantero contra el que Broun nada pudo hacer. Baldazo de agua fría en un Gigante que veía cómo Central seguía yendo, pero más por inercia que con fútbol.

Igual, fue muy clara la de Cervera en el segundo palo tras el centro de Campaz y ni hablar de ese mano a mano de Mallo, después de una contra impresionante, por la asistencia otra vez de Campaz. Pero el uruguayo no definió de primera, se embatató y el empate no pudo ser.

De ahí en más, y con ya una impaciencia notoria que bajaba de las tribunas, se dio un ida y vuelta sin filtros, donde cualquiera podía pegar. No lo hizo Central en una seguidilla de dos o tres jugadas dentro del área y tampoco Zalazar después de esas acciones, pero sí pudo Cantero en ese centro desde la derecha en el que Broun se quedó a medio camino, Martínez lo soltó y sólo tuvo que ponerle la cabeza para enviarla al gol.

Para semejante golpazo con el que Central se había ido al descanso no había nada mejor que ponerse a tiro rápidamente en el marcador y ese gol revitalizador y portador de esperanzas llegó en la primera de riesgo, a los 5’, con un zurdazo cruzado de Malcorra que se clavó contra el palo izquierdo de Moyano. Se encendía la ilusión, se prendía fuego el Gigante.

El momento de Central

Es que era “el” momento de pisar el acelerador e ir por una remontada que le pusiera un tinte épico a una noche que seguía torcida de cara a las ilusiones. Pero el canalla se pasó de revoluciones y era muchísimo más lo que insinuaba y quería mostrar que lo que podía traducir en juego.

Así fue como el partido fue tomando un cauce lógico, esperado, con Central yendo una y otra vez y Barracas sacándole ritmo al juego todo lo que podía, hasta la exasperación de la gente y la permisividad del Falcón Pérez. Russo primero apostó por el desequilibrio de Lovera y más tarde sacando al único volante de marcar (Ibarra) y poniendo a uno de buen pie (Jonatan Gómez).

Lo cierto es que el canalla intentó cuantas veces pudo, pero sin esa lucidez necesaria en este tipo de trámites. Abel Hernández se aproximó en un par de ocasiones, Campaz casi la mete de emboquillada en un centro, pero nada era lo suficientemente claro. Y así, en cada contra comenzaba a exponerse. Juárez no le bajó la persiana al partido a los 44’ porque de cabeza le erró al arco y Central pudo empatarlo primero con un cabezazo de Quintana y en el cierre con un remate de Campaz, pero no hubo caso.

Y así, en el medio del desconcierto y la impotencia al canalla se le apagaron todas las luces que tenía y se fue, como hacía mucho tiempo no pasaba, masticando bronca del césped del Gigante. Chau Copa de la Liga, chau al invicto. Y todo eso a una semana del debut en la Copa Libertadores. Una noche negra.


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