No pasaba nada hasta que pasó de todo. Esa es la mejor expresión que define lo sucedido en Calama. Palabras más, palabras menos, Talleres se impuso con autoridad ante Cobresal por la Copa Libertadores y se reafirmó en lo alto en la cima del Grupo B. La jerarquía que mostró Talleres ante el equipo chileno tardó en llegar, ya que le costó encontrarle la vuelta al partido. De todas maneras, el balance es altamente positivo.

Si bien los dirigidos por Walter Ribonetto tenían la pelota, no sabían lo que tenían que hacer con ella. Por su parte, los Mineros, motivados por la localía, salieron a jugar el duelo de igual a igual. Y pusieron en aprietos a uno de los mejores equipos de todo el fútbol argentino. Lo que derivó en una primera parte con pocas situaciones de gol. Pero nuevamente, no pasaba nada, hasta que pasó de todo, como se dijo.

En una ráfaga, el Matador logró un corner casi sin quererlo, y Kevin Mantilla fue el encargado de mandar a guardar la pelota con un cabezazo digno de un nueve. El cachetazo pegó fuerte en Cobresal, que salió a buscar el empate con una intensidad pocas veces vista. Y casi inesperadamente, se encontró el premio tras un tiro libre cerca del área. Pero la acción fue invalidada a instancias del VAR.

Cobresal pasó de la alegría al aturdimiento y Talleres supo aprovecharlo. Tras un envío largo de Darío Herrera que llegó hasta el área rival, Ramón Sosa se encontró solo ante Leandro Requena y definió como mejor sabe para estirar el resultado. Esta vez el cachetazo fue definitivo y casi sin merecerlo, Talleres tomó la ventaja para nunca dejarla. A partir de ahí, el partido se durmió. Con jerarquía, Talleres se cerró bien en el fondo y mantuvo el resultado ante un rival que no volvió a ser lo que fue.

Las llegadas estuvieron, pero el equipo chileno no tuvo picante. Así las cosas, la T se asentó en lo más alto de su grupo y a falta de tres fechas, sueña con clasificar.

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